Grabado en piedra
Difícilmente sabrán de celulares, computadoras ni dvd’s. Para eso no están allí. No nos acompañan a rumbear, pero tampoco nos exigen hora de regreso. Mientras en casa papá y mamá nos dejaban sin ver televisión o nos quitaban las salidas de los fines de semana, ellos querían mimarnos hasta que nos quedáramos dormidos.
Cuando no sabemos a quién confesarle que nos rasparon Matemática, cuando sólo queremos hablar con alguien porque estamos solos. Allí están… bañados por el día a día, por el peso de los años que les hace caminar cabizbajos, que les oprime la cara y les arruga la tez. Nos miran con ternura detrás de sus lentes inmensos, y nos acarician con las manos ásperas de tanto trabajar por decenios. Reconocemos quiénes son, y nos reconocemos en ellos. Huelen a tiempo, a historia. Son sinónimo de sabiduría. Les encanta echar cuentos y rememorar las rudezas del vivir que, con sacrificio, consiguieron superar. Salieron de la guerra, de sus pueblos recónditos, estudiaron hasta la primaria y lucharon. Ellos son los dueños del tiempo, y también de nosotros. Además, tienen un don para grabar, profundamente, en piedra; mientras nuestros padres lo hacen en madera. Hoy miro sus fotos en blanco y negro y pienso en lo que dirán mis nietos algún día. Después de años, decidí dar gracias a todos los abuelos.
1 comentario:
so biútifol. gracias por traer a mi memoria cosas que, negligentemente, ya había olvidado.
mi loviu lon, lon taim
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