sábado, 16 de junio de 2007

crónicas verdaderas de un mochilero imaginario (II)

tres días bajo el agua helada. en una oscuridad casi total y con el peso de mil toneladas métricas de agua sobre mi cabeza, comenzaba a desfallecer. debía permanecer erguido o mi snorkel se inundaría de sales marítimas. como verán, se trata de un snorkel bastante largo.

la arena bajo mis pies, mármol virgen antes de mi pesado andar, acusaba las huellas de un viajero errante que sin saberlo estaría a tiro de convertirse en el protagonista de centenas de historias surreales.

al principio no tuve mayores problemas para alimentarme. mi dieta consistía en plancton y sandwiches de atún, los cuales, dicho sea de paso, eran más difíciles de atrapar conforme aumentaba la profundidad. con no más de 2mil bolívares en el bolsillo y una tarjeta de telecajero a más de 2Km bajo el agua, tuve que ingeniármelas (y no me enorgullezco de ello) invadiendo apartamentos de sirenas desprevenidas en los que vaciaba sus neveras mientras ellas miraban en la tv a la estrella local patricio, en compañía de bob esponja.

Mi travesía no se detuvo nunca. Seguí y seguí. caminos peligrosos me aguardaban, y eso era algo que iba a descubrir más temprano que tarde. perdido por las calles de la atlántidas city, maravillado por sus bioluminiscencias y sus casinos me topé con una pandilla de malosos calamares argentinos quienes se autoproclamaban los reyes de la alta suciedad al tiempo que se burlaban de mi falta de agallas.

“aquí fue” – me dije, resignado. Y cerré los ojos. Los cerré con tal fuerza que pensé que más nunca volverían a abrirse. Esta es la parte que no recuerdo. Oí un crujido, luego una salpicadura y luego a un chef cuyo acento debía ser de alguna costa del mediterráneo. Nada más.

al despertar, me encontraba en un camarote, una habitación metálica y de reducidas dimensiones cuyas paredes rayadas me advertían que “el conse estuvo aquí” y que “el que lea esto es maricón”. me levanté de la cama. abrí la puerta y reconocí esa voz:

- hijo er diablo, de vainita t’espescueza eze animarr. Vení, vení, zentate y probá er calamar rebozaozi quiere limón, en la nevera hay. eso zi, cuidao y agarra el yogur der profe... eso es lo único que come er musiú. conse, arrímese y dele un espacito ar muchachio


el hambre descomunal desvaneció mis reservas. Me senté al lado de un regordete marinero apodado el conse (supongo que por consentido) y devoré el plato.

- ¿cual es su nombre? inquirí.

- ¿nederberto landaeta, pa zerví. – respodió – los amigos me dizen ned land

- ¿le han dicho que tiene un parecido increíble con kirk douglas?

- uuuuuuuffff muchaaaachio, como no tienejidea. er capitán nemo me lo dize toer tiempo.

- ¿nemo?

- zi. Nepomuceno Arviárez, pero le dicen nemo como ar pescao mocho. ahora que vuelva der mercao lo conoze, muchacho. por cierto, pa dónde es que vas tú?

- a europa, señor! exclamé emocionado, al recordar el destino con el cual había abandonado mi país.

- pa uropa? ezo ta bueno, nosotro también vamo porái. después der piaje son como 45 minutos de aquí palla.


acto seguido prendió el reproductor portátil y despedazó una canción típica del oriente venezolano. entre grito y grito acotaba:

- yo te digo una cosa, esos carajos guarberto y barreto son unos maestro… barreto debe ze er que toca er cuatro, poque nunca le escucho la voz. - y entonó - a cuerpo cobarde cómo se menea que agarre una pea de dios se la guardeeee… pero dale puej tambien, no me dejes zolo cantando…

entre cantos proseguimos el periplo submarino.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajajajajajajajajajajajajaja, así hablan las sobrinas de mi abuela, unas viejitas margariteñas de 85 años, arrugaditas, con el pelo laaargo recogido con una clineja y con un puestico de empanadas en la puerta de su casa. Visítalas, cuando te vayas te dirán:
¡Adiós mijóó!

+Ari dijo...

Ay coño te odio por estas genialidades tuyas!

Anónimo dijo...

Me debes dos mil bolos, rata!!!