domingo, 17 de junio de 2007

Lo más bello

Existe alguien a quien le tengo un cariño infinito que va más allá de toda racionalidad, pero al que pocas veces se lo he expresado como se debe. Un alguien al que le encantan los helados y es capaz salir a recorrer la ciudad entera un 25 de diciembre o 1º de enero para finalmente encontrar lo buscado, y en ese momento ser demasiado feliz y demasiado niñito –a juzgar por la manera en que ve la barquilla y se la come-. En esos momentos yo soy su compañera fiel, voy con él a dónde sea, sin importar hora ni feriados, y si estamos juntos en un centro comercial no nos vamos sin la respectiva tinita o barquilla en la mano. Para nada compartimos el gusto por los mismos sabores pero no importa, igual probamos los de cada uno y asentimos con gusto.

A esa persona adorada la he querido desde siempre y la he admirado como a nadie. Es el ejemplo, la referencia para todo, el modelo. Por quien he hecho cosas desde chiquita, no para que me premiara porque así no nos educó, sino porque me nacía y sentía que lo merecía. Nunca dejó de ser mi representante en el colegio ni dejó de distinguirse entre la veintena de madres que buscaban la boleta. Lo mismo hizo durante el bachillerato.

De mi infancia con él recuerdo dos cosas. La primera, una época en la que lloraba apenas me dejaba en la puerta del salón. Mi respuesta era que la maestra de la tarde gritaba, me asustaba y no me gustaba. La causa verdadera era que lo extrañaba. Nunca se lo dije. Años después me enteré de que en esos días él no si iba apenas me dejaba, sino que se quedaba por allí, oculto para no darme el gusto de verlo (qué cruel!) pero vigilante por si mi llanto era producto de algún cuadro viral.

La segunda, y que se repitió desde 1º hasta 6º grado, fue su orgullo y faceta de entrenador deportivo cuando nos tocaban las “Mini-olimpíadas”, justo en el aniversario del colegio. Los padres eran los jueces de diversas competencias: lanzamiento de jabalina, salto largo, relevo, 100 mts planos y resistencia (400mts planos). Era buena en la carrera de velocidad. Siempre corrí los 100 metros y siempre los gané (modestia aparte). Ese día llegaba equipada con un termo inmenso lleno de Gatorade y escuchaba atenta sus consejos antes de cada competencia (él se escapaba para verme, no podía ser juez de las disciplinas donde yo competía). Fueron seis momentos y seis años en los que disfrutamos juntos del deporte. Luego no se dio más con tanta pasión.

Siempre recuerdo la vez que gané los 400 metros planos (vuelta completa al Olímpico que hoy luce remozado). Me dijo: “No es que vas a apretar la chola desde la salida, no. Empieza lento, piano piano, hasta allá. Luego sube el ritmo y empieza a acelerar. Así no te cansas y después rematas”. Efectivamente hice lo que me dijo. Me mantuve de última y luego aceleré; las fui pasando una a una, y gané. Me recibió en la meta, con más instrucciones. Llegamos a la casa, yo con medalla encima, y le dijo a mi mamá: “Fue una carrera boniiita”.

Pero realmente bonita, especial, excepcional, inmejorable, sin reclamos y hasta envidiable ha sido su carrera como papá. Hace algún tiempo alguien me hizo descubrir lo mucho que él me quiere y lo inmenso que es mi cariño hacia él. Desde entonces existen las ganas e intenciones de decirle que lo quiero, todos los días, cada vez que pueda y cada vez que lo vea. Pero pocas veces lo he hecho. Hoy era uno de esos días en los que la excusa serviría para abrazarlo y amapucharlo, jalarle los cachetes, despeinarlo y armar un escándalo por lo bello que está.

Pero no está.

Se encuentra en algún lugar de la geografía suramericana, fastidiado porque la llovedera no lo deja salir a conocer la ciudad. En la mañana hablé con él. Lo felicité por su día y le dije que aquí tenía su regalo, pensando en que sería una noticia tan agradable como para no sentir nostalgia por estar lejos de su casa. Pero resulta que quien sintió más nostalgia, y por poco lloró, fui yo, al escuchar que los chamos que están allá con él lo felicitaron por el día del padre y le regalaron una caja de chocolates. Contentísima por la noticia y con los ojos aguados me despedí. En la noche esperaré a que se conecte para decirle que lo quiero muchísimo. Y si no llega, lo llamo.

Este día del padre sin él no me gustó…

10 comentarios:

Litro dijo...

Negra...
Gracias por eso.
Pedro, definitivamente, es un sentimiento arraigado en todos los que hemos tenido el placer de conocerlo.
No tienes idea de cuánto me alegró este escrito.
te quiero

flequillo dijo...

¡¡¡¡Se me aguó el guarapo!!!!
¡Hermoso Pedro, hermoso texto!

¡Gracias!


Besos

hijo dijo...

y pensar que lo utilizas como medio de transporte no más... qué verguenza

La más simpática dijo...

Querido hijo, yo no lo uso como medio de transporte no más. Resulta que entre sus cualidades está aquello llamado apoyo incondicional, donde no hace falta una mala palabra ni gesto altanero para que con toda disposicion decida llegar tarde a sus obligaciones con tal de hacer algo por mí. Aunque no lo creas, y sé que jamás vas a hacerlo, más han sido las veces en que le he dicho que no se preocupe, que yo resuelvo, que las supuestas amenazas que según muchos yo le hago. Simplemente le pregunto si puede y por lo general dice que sí.
Es un tipo con el corazón demasiado grande...
Un besote!

Litro: te adoro GRANDE! Gracias miles por tanto...
Flequi: Qué bella!

Cuánta nostalgia...
Besos a todos!!!

hijo dijo...

claro... el truco está en que si a mí me preguntas si deseo acompañarte a tal sitio, mientras sostienes a mi esposa como rehén, atada a una silla con 20 kilogramos de explosivos, DE BOLAS que también diré "claro, hija linda de mi vida" sin vacilar.

VIVA PEDRO LIBRE!!

hijo dijo...

Y LO QUE SE CUESTIONA AQUÍ NO ES SU AMOR POR TÍ, ESO ESTÁ CLARÍSIMO.... lo que me pregunto yo a todas estas es... es... dónde comprará batman esos interiores con cinturón?

Marcos Mendoza Saavedra dijo...

hijo, los compra en el mismo sitio donde el señor Pedro compra su sombrero mágico...

Grandioso texto...

Anónimo dijo...

Si es super noble!
Ya me di cuenta que también es parte de la liga de la justicia.

elchamodel114 dijo...

El texto me encantó. Lo sentí muy mio.
Gracias por escribir!
T.Q.Q.J.

Patzchka dijo...

:')
Loviu, simpaticona. Qué texto más bello.