lunes, 30 de abril de 2007

Grabado en piedra



Difícilmente sabrán de celulares, computadoras ni dvd’s. Para eso no están allí. No nos acompañan a rumbear, pero tampoco nos exigen hora de regreso. Mientras en casa papá y mamá nos dejaban sin ver televisión o nos quitaban las salidas de los fines de semana, ellos querían mimarnos hasta que nos quedáramos dormidos.
Cuando no sabemos a quién confesarle que nos rasparon Matemática, cuando sólo queremos hablar con alguien porque estamos solos. Allí están… bañados por el día a día, por el peso de los años que les hace caminar cabizbajos, que les oprime la cara y les arruga la tez. Nos miran con ternura detrás de sus lentes inmensos, y nos acarician con las manos ásperas de tanto trabajar por decenios. Reconocemos quiénes son, y nos reconocemos en ellos. Huelen a tiempo, a historia. Son sinónimo de sabiduría. Les encanta echar cuentos y rememorar las rudezas del vivir que, con sacrificio, consiguieron superar. Salieron de la guerra, de sus pueblos recónditos, estudiaron hasta la primaria y lucharon. Ellos son los dueños del tiempo, y también de nosotros. Además, tienen un don para grabar, profundamente, en piedra; mientras nuestros padres lo hacen en madera. Hoy miro sus fotos en blanco y negro y pienso en lo que dirán mis nietos algún día. Después de años, decidí dar gracias a todos los abuelos.

1 comentario:

hijo dijo...

so biútifol. gracias por traer a mi memoria cosas que, negligentemente, ya había olvidado.

mi loviu lon, lon taim