lunes, 30 de abril de 2007

Mi otra escuela




Gracias a la matemática y a su macabra conspiración en mi contra, este semestre me tocó visitar durante tres días a la semana la escuela de comunicación social. Ustedes, queridos pasticheros pensarán que la conocen bien, o al menos tendrán algún recuerdo de ella. Yo sin embargo, gracias a mi estupidez algebraica tuve que destinar tres noches de mi semana para saldar mi cuenta con los 13 créditos que trastocaron mi existencia.

Cuidando de dejar un día a la mitad de la semana para visitar a Goyo, el único hombre que me entiende y eso porque le pago, o sea mi psicólogo, me resigné a volver a las aulas con la convicción de tomar estas últimas materias como una medicina amarga: tapándome la nariz y tragando sin percibir sabor alguno.

Mi gallismo ha podido más porque aunque no era mi intención, me emocioné más de la cuenta con las materias inscritas. Pero no es ese el punto de mi pastichada.

La escuela huele distinto, se ve distinto sabe distinto. Cuando se cruza el umbral de la entrada un aura fantasmagórica parece invadir mi presencia en el recinto. Yo, siempre presa de la prisa, intento no pensar demasiado en eso y dirigirme sin contratiempos a mi clase, por ejemplo, de toma de decisiones interdependientes (para más información sobre este fume de la ECS pueden solicitarla a través de mi correo personal).

Quizás fue hasta la tercera semana de clases cuando entendí lo que ocurría en esta escuela que me hacía sentir tan ajena: cuando entraba al salón no estaba Paty riéndose de alguna desgracia ajena, no estaba Pablo buceándose a alguien, no estaba el Negro dibujando al profesor de turno, no estaba Naya anotando mi cédula en la lista por si no llegaba a la clase, no estaba Dani en una esquina metido en su suéter negro-eternamene-arrugado, no estaba Sánchez… (esa si no aplica, a Sánchez lo vi como dos veces en clase en cinco años de carrera). En fin, no estaban mis amigos, esos que le dieron sentido a mi paso por la universidad y que con mucha seguridad me enseñaron más que 200 créditos juntos. A todos ellos (ustedes) vaya el homenaje de mi nostalgia.

5 comentarios:

elchamodel114 dijo...

Es verdad, la universidad ya no es lo mismo.
Maga, TQQJ.
Besos!

Pablo dijo...

Cuando leí la última línea sentí algo que no experimentaba desde hacía algún tiempo... no sé qué es exactamente... se parece a un dolor en el pecho, una suerte de vacío... (suspiro)... no es una sensación de la que me quiera despedir del todo... Gracias Mary...

Anónimo dijo...

Sé que muchos están desesperados por graduarse ya y no pisar más nunca la escuela. Yo no me incluyo en ese clan... cada vez que la visito se produce un choque de sentimientos...
Por una parte, tristeza de verla tan sola; ya ningún grupo se queda hasta tarde perdiendo el tiempo y dándole vida a esos banquitos que nos hacían ser una teja humana, como hacíamos nosotros. Pero en medio de esa tristeza surge una sonrisita por aquel recuerdo cómico en alguna clase, por la caída de alguien o la pinta de alguna tipa desubicada (aunque honestamente, ustedes son los protagonistas de esa risa solitaria que me da a veces).

Extraño a la ECS pero por la vida tan sabrosa que compratimos allí. Cuando me voy, ya no con pesar sino con una nostalgia que se inclina más hacia la felicidad o alegría, me invaden las ganas de llamarlos para saber cómo están pero como siempre, opto por dármelas de dura y dejo el celular en el fondo... (mejor otro día lo/la llamo, me digo)...

Seguiré visitándola porque me recuerda a ustedes y, aunque suene a cliché, a no ser por la gente que conocí allí, con la que me reí, obstiné, arreché, peleé, hice trabajos, salí a almorzar para regresar a Italiano, fui a desayunar en la piscina, a donde cipriano, al cafetín de derecho, a comprar entradas para un Caracas-Caribes,o me vine caminando hasta mi casa acompañada, no sintiera tanto apego por ella, ni quisiera retrasar el acto de grado ni tendría tantas ganas de regresar a 1º semestre pero sólo con ustedes...
Así soy, un poco absurda...
Los quiero demasiado, en serio... A todos no por igual, lo saben, (porque la vida es así, pues, uno tiene afinidad con unos y con otros no)pero espero que a quienes adoro con locura o a mi manera, sepan reconocerse en este comentario...

Mary, qué bella!!!
Besos, abrazos, cariños y demás!
Se acabó mi ataque de melancolía.
Paty

(En serio, no me río de las desgracias ajenas sino de la manera como ustedes echan el cuento, jajajajaja)

hijo dijo...

del suéter y las arrugas me acuerdo, pero cuál es daniel?

Litro dijo...

Sólo intenté teñir mi suéter. Quería que fuera tan negro como la conciencia del chamodel114, tanto (o parecido) al humor de hijo, como los rituales de la secta a la que la maga profesa devoción, del mismo negro que debió tener el forro del celular de paty antes de comprarse ese moradocontigre tan... tan moradocontigre. Igual de negro que las caraotas enlatadas que resolvieron cantidad de almuerzos de don acuario y que Octa sólo se las hubiera podido comer licuadas.
Ese mismo negro que busqué con afán se convirtieron en arrugas perennes producto de sumergir mi pieza única de vestimenta en un agua hirviendo full de wiki wiki.
Con el corazón arrugaiiiito, igualitico a mi manga derecha, me despido.
Negro, te quiero! (es contigo, sapo tetón)
Gracias por esa, Maga. Gracias a todos por 5 maravillosos años.
***¿Pendiente de escribir cosas para que nadie más entienda?***